viernes, 2 de marzo de 2012

El otro día fui a un bareto de gayers.


Pues sí, pokeros. A veces cuando quieres meter tienes que hacer ciertas concesiones ... no obstante hay que remontarse un tiempo atrás para comprenderlo mejor ...

La historia comenzó hace unas semanas, cuando un amigo buscaba un alquiler barato de una habitación por Zaragoza. Al iluminado no se le ocurrió otra cosa que llamar al teléfono de un anuncio de una vivienda que especificaba ser "gay friendly". Cuando fue a ver el piso se puso bastante palote al comprobar que las inquilinas estaban ciertamente percutibles y no dudó en comprometerse a alquilar una habitación a pesar de que le advirtieron que, "de vez en cuando", montaban fiestas con un ambiente peculiar. Durante el primer mes no menos de cinco parejas de peludos neandertales intimaron en habitaciones contiguas, lo cual supuso para mi colega un trauma del que no creo que se recupere jamás. 

Para evitar estos escabrosos sucesos, el fin de semana procuraba llegar lo más tarde y borracho posible, y yo, como buen amigo, decidí acompañarle alguna que otra madrugada por los bares de la capital maña. Uno de esos fines de semana, concretamente el pasado, tuvimos la suerte de encontrarnos a una de sus compañeras de zulo. Si bien las copas hicieron que la viera como una diosa eslava (cosa que no era), lo cierto es que tenía un buen polvo. El problema es que se dirigía a cierta zona donde abundan los baretos truchiles. Los copazos y su sugerente escote obnubilaron nuestro escaso sentido común y decidimos acompañarla con la esperanza de un polvo fácil. 

Una vez allí entré en shock, el espectáculo fue dantesco. Música electrónica a tope, gayers retozándose sin ningún tipo de pudor, y situaciones ciertamente obviables (como los meaderos con espejos) ... Pero la noche no se torció definitivamente hasta que, una gestora con la que había trabajado hacía poco, se acerco a saludarme ...

Gestora: ¿dbrunson?
dbrunson (con voz ligeramente entrecortada): Hola. No soy gay, he venido a acompañar a una amiga.
Gestora (con cara extrañada): aha ... y tu amiga es ...
dbrunson: Ahora entrará, ha salido a hablar por el móvil.
Gestora: Pues me alegro de verte ... 

En ese preciso momento aparece mi colega con evidentes síntomas de embriaguez  asegurando que "le habían visto el nabo mientras meaba", la gestora se despide con gesto risueño y se va del bar, dejándome con mi amigo y sin haber visto a la supuesta amiga a la que se que había venido a acompañar ...

la cosa pintaba mal, muy mal ...

CONTINUARÁ ...

Saludos cordiales